El mensaje está lejos de ser una garantía de calidad o sostenibilidad, convirtiéndose en un reclamo comercial que no cuenta con el aval de la ciencia y tampoco con la actual legislación comunitaria. Lo cierto es que la proliferación de etiquetas en los productos alimenticios debería tener como objetivo principal proporcionar a los consumidores una información clara y veraz, sin embargo, el informe del Tribunal de Cuentas Europeo «Etiquetado de los alimentos en la UE: los consumidores pueden perderse en el laberinto de etiquetas», señala que las deficiencias en la legislación y la falta de controles han favorecido que se utilicen etiquetas con mensajes confusos y engañosos y uno de ellos es el de ‘sin aceite de palma‘, que destaca por el modo en el que sugiere, sin base científica sólida, que este ingrediente resulta perjudicial para la salud y para el medio ambiente.
La normativa comunitaria sobre la información alimentaria que se ofrece al consumidor (Reglamento 1169/2011) establece que la información proporcionada en el etiquetado alimentario no debe inducir a error o confusión. En concreto, prohíbe que se destaque la ausencia de un determinado ingrediente, si esta práctica da a entender que el producto es superior sin fundamento real. A pesar de la normativa, el mensaje “sin aceite de palma” sigue apareciendo en un gran número de productos y sin que exista una regulación efectiva para evitar su uso engañoso. También hay que citar otro problema, la industria alimentaria oculta el aceite de palma bajo otros nombres en el etiquetado de los alimentos, y es que actualmente se utilizan unos 590 nombres alternativos al aceite de palma y la mayoría de estos ellos son desconocidos para los consumidores.
Desde el punto de vista nutricional, según estudios han desmentido la idea de que el aceite de palma sea más nocivo que otras grasas vegetales. Un consumo moderado no eleva los niveles de colesterol más que otros aceites, su composición balanceada en ácidos grasos saturados y no saturados, así como su riqueza en antioxidantes naturales como los tocoferoles y los tocotrienoles, lo convierten en una fuente de energía apta como cualquier otra. Podríamos añadir que si se obtiene a partir de temperaturas por debajo de los 200º C se logra reducir los contaminantes químicos que se producen durante el procesado de los alimentos, concretamente el 3-monocloropropanediol, el 2-monocloropropanediol (2-MCPD) y los ésteres glicidil de ácidos grasos, sustancias que se forman durante el refinado de los aceites vegetales a una temperatura de 200º C.
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