La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, entregaron el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2024 a Mónica Nepote por su obra Las trabajadoras, un libro que parte de la poesía y recupera el lenguaje de la costura y la mecanografía para reivindicar el trabajo de las mujeres.
Originaria de Jalisco, la autora recibió el galardón de manos de la directora general del INBAL, Alejandra de la Paz, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en una ceremonia en la que participaron también el presidente de la Sociedad Alfonsina Internacional, Felipe Garrido, y las escritoras Diana del Ángel y Verónica Gerber.
“Con este premio destacamos y promovemos la producción literaria publicada en nuestro país al reconocer a una obra con criterios de calidad, originalidad y fuerza”, aseguró Alejandra de la Paz, quien reconoció a Las trabajadoras por hacer “uso de un lenguaje poético para plantear cuestionamientos y reflexiones en torno a los grandes problemas que existen en la realidad y tiene efecto en la vida de millones de mujeres”.
Y agregó que el libro “tiene una sólida propuesta literaria que aporta una voz crítica, sensible y audaz frente a un tema de mucha importancia social”.
Nepote agradeció al INBAL y a la Sociedad Alfonsina Internacional por el reconocimiento: “Agradezco y subrayo la importancia de sostener con estas convocatorias los trabajos de quienes decidimos, por alguna extraña razón, dedicarnos a escribir”.
Asimismo, expresó su gratitud al jurado –conformado por Carmen Villoro, Verónica Gerber Bicecci y Jorge von Ziegler– por “elegir este libro, por mirar en sus páginas la provocación y el homenaje a quienes nos han sostenido”.
El libro nació a partir de la inquietud de Nepote por la noticia de que trabajadoras y trabajadores de la empresa turca Bravo Tekstil dejaban mensajes ocultos en prendas que confeccionaban con la leyenda «Yo hice esta prenda que vas a comprar, pero ¡no me pagaron por ella!».
“Mónica contó sus dudas sobre cómo escribir sobre ello sin banalizarlo, cómo poner en el centro de la escritura ese acto rebelde y todo lo que estaba detrás. Mónica dudó, y muchas de sus dudas resuenan en nosotras”, contó Diana del Ángel.
“Este texto era un ensayo, o eso pensé entonces, pues prácticamente se escribió solo, de golpe, y me hizo ver todo ese caudal en el que se entremezclaba el trabajo de muchas mujeres, de experimentos, de música, de ensamblajes, fórmulas y palabras que palpitaban un libro posible”, relató la autora.
Indicó que en esas páginas se involucró también su archivo familiar como un homenaje a su madre, tía, abuela y hermanas, quienes trabajaron en oficios como la mecanografía y la maquila para brindarle a ella un sustento económico.
“Muchas mujeres han sido mis maestras en esta escritura, muchas más allá de lo que habría imaginado, como las madres buscadoras, desde su dolor y su fuerza; las colectivas que asumen alegría, porque cuando la maquinaria se impone no se puede más que resistir desde la fuerza de los cuerpos vibrantes; las madres, las hijas, las abuelas, las plantas… a donde quiera que miro encuentro lenguaje, a donde quiera que miro encuentro a quien acecha ese lenguaje”, expresó Nepote sobre todas las inquietudes y homenajes plasmados en sus páginas.
